miércoles, 30 de octubre de 2013


Inicio de mi nueva novela

Las transiciones de Octavio

Un pálpito abarcador se apropiaba de su mente, y percibía una clara presencia familiar nunca acompañada de su ser corpóreo. Hubiera querido extender la mano para alcanzar la otra o para acariciar el cabello de raíces que otrora se ensortijaba en sus dedos ansiosos... ¡Pero hubiera sido inútil!

La primera vez que Octavio transitó, lo hizo en un sueño. Se había quedado dormido pensando en Estela, oliendo la fragancia de su abundante pelo rojo, abrazando la redondez de su cuerpo blanco y suave y tibio... ¡Y despertó a su lado! Ella dormía ceñida a él, desnuda bajo la colcha. Octavio podía sentir la calidez de su piel y el aroma de su cuello, podía besar sus ojos cerrados, su nariz afilada, su boca entreabierta. Estela era de él y de nadie más. Le pertenecía, al menos en su sueño...

Los recuerdos se habían materializado a retazos, como en un rompecabezas. Cada pieza era, en sí, perfecta. El todo ya no existía. Cada transición le traía algunas piezas. La primera le entregó el cabello de Estela, su cuerpo, sus facciones... Entonces lo consideró bastante. No suficiente, pero bastante. Estaba satisfecho. ¡Por el momento!...

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