martes, 15 de octubre de 2013


Juan Azafrán


Era la época de los descubrimientos. El hombre había crecido y comenzaba a descubrirlo todo. La mujer también había crecido. Pero los hombres no lo habían descubierto aún. ¡Faltaba tanto para eso!

Los hombres descubrían algo y le ponían su nombre para pasar a la Historia. Después, tuvieron que crear el Premio Nobel para que la Historia no se llenara de nombres extraños. Pero eso fue mucho después.

Juan Azafrán no era un descubridor. Se entretenía mirando al cielo y contemplando su inmensidad, cuando no trabajaba. Pero el rumor llegó a sus oídos sin quererlo. Entonces, ya no miró más al cielo. La inmensidad estaba aquí en la Tierra, y había que descubrirla.

Se pasó muchos años tratando de descubrir la inmensidad , gastando todo lo que ganaba en probetas, sustancias, maderas, cables y hornos.

Llegó a viejo sin darse cuente. Y cuando se vio frente a la muerte, pensó que no era justo que hubiese malgastado su vida. ¡Era la única que tenía!

Entonces, decidió engañar a todos y crear su propio descubrimiento para pasar, él también, a la Historia.

Agarró todo lo que había comprado y fabricó una cosa que se movía sin parar. Dijo que había descubierto el movimiento perpetuo. Se fue a la feria para mostrarlo. Todos quedaron asombrados.

Así, Juan Azafrán descubrió el invento.

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