Juan Azafrán
Era la época de los
descubrimientos. El hombre había crecido y comenzaba a descubrirlo todo. La
mujer también había crecido. Pero los hombres no lo habían descubierto aún.
¡Faltaba tanto para eso!
Los hombres descubrían
algo y le ponían su nombre para pasar a la Historia. Después, tuvieron que
crear el Premio Nobel para que la Historia no se llenara de nombres extraños.
Pero eso fue mucho después.
Juan Azafrán no era
un descubridor. Se entretenía mirando al cielo y contemplando su inmensidad,
cuando no trabajaba. Pero el rumor llegó a sus oídos sin quererlo. Entonces, ya
no miró más al cielo. La inmensidad estaba aquí en la Tierra, y había que
descubrirla.
Se pasó muchos años
tratando de descubrir la inmensidad , gastando todo lo que ganaba en probetas,
sustancias, maderas, cables y hornos.
Llegó a viejo sin
darse cuente. Y cuando se vio frente a la muerte, pensó que no era justo que
hubiese malgastado su vida. ¡Era la única que tenía!
Entonces, decidió
engañar a todos y crear su propio descubrimiento para pasar, él también, a la
Historia.
Agarró todo lo que
había comprado y fabricó una cosa que se movía sin parar. Dijo que había
descubierto el movimiento perpetuo. Se fue a la feria para mostrarlo. Todos
quedaron asombrados.
Así, Juan Azafrán
descubrió el invento.
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